(Perú, Enero 1985)
Entrevista: César Roncagliolo
Fotografía: Andrea Pomposini
He conocido al arquitecto Giacomo Canepa recién a raíz de esta entrevista y me gustaría conocerlo aún más. No podría como es lógico hacer una descripción total de su persona, pero las dos horas que estuvimos con él fueron suficientes para comprender que, antes que arquitecto y padre de familia, es un hombre que transmite un inmenso cariño. Un hombre que siente como propios los problemas de la comunidad y que está lleno de iniciativas para mantener el prestigio de los italianos del Perú en un alto nivel.
Criticado por muchos a raíz de su producción arquitectónica tan singular, demuestra sin embargo, en la presente entrevista que ésta tiene un sustento ideológico respetable.
Es por encima de todo un caballero, un hombre que debido a la “malattia della pietra” responde a las críticas realizando mucha obra que lo ha dejado siempre satisfecho, y es con obras con las que se construye el progreso de un país.
A.P.
¿Dónde nació usted, arquitecto?
Nací en Chiavari el 13 de Mayo de 1937. Mi padre Agustín Canepa era constructor en Chiavari y mi madre, fallecida ya Gemma Giovannini de Bologna era una gran mujer. Entonces soy hijo de bolognesa y genovés. Mi parte genovesa esta atenuada por la sangre bolognesa que tengo.
¿Quiere decir que su afición por la arquitectura proviene de su padre?
Bueno, yo antes que arquitecto soy constructor. Lo que tengo en la sangre es la construcción. Mi padre fue constructor, mi abuelo fue constructor y mi bisabuelo ha sido obrero de construcción. Todos tenemos ese bichito. En Italia le dicen “la malattia della pietra”, aquí sería la enfermedad de la piedra. Una de mis principales diversiones de niño era acompañar a mi padre a sus obras. En realidad la Arquitectura ha sido como corolario de eso.
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¿Dónde realiza sus estudios?
En Chiavari estudié toda mi primaria, después por razones políticas, mi padre fue
una camisa negra, o sea lo opuesto a su padre (se dirige a Andrea Pomposini), luchaban en diferentes trincheras, pero quizá con el mismo espíritu, por eso nos estimamos. Entonces por razones políticas, como te decía, después de la guerra teníamos que buscar horizontes. Mi padre tenía que mantener una familia, y aquí en el Perú estaba su madre que había viajado antes; entonces había un punto de apoyo para venir a este país. Aquí estudié la secundaria, primero en el Salesiano y luego en el Raimondi. Finalmente estudio arquitectura en la UNI.
Mi abuelo llevó a mi padre, mi padre me llevó a mí, yo llevé a mis hijos
¿Existe alguna vivencia en su niñez que lo haya marcado a través de toda su vida?
Jamás podré borrar de mi mente el día que mi padre se fue a la guerra. Me parecía el personaje más admirable, a pesar de que me dejaba, yo tenía como tres años pero me acuerdo, y nunca he dejado de admirarlo.
¿Qué nos puede contar sobre sus estudios universitarios?
En la UNI. ahora estamos justo celebrando las bodas de plata profesionales, ha sido quizá la época más bella de todos los estudiantes de arquitectura. Era realmente fantástico estudiar en esa época. Teníamos aparte de un profesorado de primera a Adolfo Córdova, Santiago Agurto. Luis Miró Quesada Garland, Mario Blanco, Paul Linder y a Belaunde mismo.
El ambiente, nos tocó ser a nosotros la primera promoción que estudia en la Facultad de Arquitectura, casi como una continuación de la Escuela de Ingeniería, como decía, el ambiente estaba lleno de compañerismo, esa misma amistad que existe en el colegio y que aún ahora se a hecho notoria en la celebración de las bodas de plata. Entre mis compañeros el aspecto competencia no existe. Nos estimamos igual que cuando éramos estudiantes.
¿Con quienes estudió usted?
Bueno, en mi clase, con Eduardo Barckley, Gustavo Láuregui, con Balecci. Enrique Alegre, Pedro Arana y muchos otros. Es una promoción bien numerosa.
¿Quiénes conforman su familia?
Mi esposa, que es hija de yugoslavos nacida en el Perú. Pina que la conocen ustedes, Carla que estudia diseño gráfico y Agostino que acaba de ingresar a la Católica, también con la “enfermedad de la piedra”, está estudiando ingeniería civil.
¿Cree que su profesión haya influenciado a sus hijos?
Pienso que si. Aunque a veces no es muy fácil de comprobar. Entiendo que en la sangre debe haber algo de eso. Uno nace para médico, para constructor, para doctor, unos tienen más habilidades en el verbo, etc.
¿Qué actitud tuvo con sus hijos? ¿Los llevaba a la oficina? ¿Veían sus obras?
Siempre. Como soy un gran aficionado a mi trabajo, amo mi carrera y eso de alguna manera, pienso, es la base del éxito. Si uno trabaja en lo que le gusta no tiene pierde. Entonces los domingos después de la misa pasábamos por alguna obra, y así a Pina y Carla, desde chiquitas las hacía partícipes, sin inculcarles, ni decirles que sean arquitectas. Quizá de la misma forma en que mi padre me llevaba a sus obras, mi abuelo llevó a mi padre, yo también deseaba llevar a mis hijos. Es algo natural. Parece que la semilla estaba, lo único que se hace es echarle un poquito de agua y abono.
¿Qué aspiraciones tiene usted como persona?
Siempre me deseo lo mejor. Mi hija Pina, estoy seguro se desempeñaría bien en cualquier carrera porque se entrega a fondo, lo que me duele es quizá que sea mujer. Un día se casará y forzosamente tendrá que no dedicarse de llenó a su profesión. Dicen que la mujer es igual que el hombre, si, quizá sea igual, pero en el momento que vengan los hijos no podrá dedicarse a su profesión el 100%. De todos modos me satisface plenamente que estudie arquitectura. Yo siempre le he dicho, “aunque te enamores, prométeme una cosa, que vas a terminar tu carrera”.
Es que nunca se sabe. El futuro, con la inestabilidad que hay en los hogares ahora, nunca se sabe que pueda pasar. En nuestra época ni siquiera se tomaba en cuenta que se podía divorciar, ahora en cambio, es algo que hay que pensar. Ojalá, Dios, quiera que no sea así. Para el día que suceda algo, debe estar preparada para desempeñarse por su cuenta.
Carla, lo mismo que Pina, se va a desempeñar muy bien profesionalmente y Agostino ojalá que venga a trabajar conmigo. Que sea lo que me faltó a mi, un ingeniero civil.
¿Le parece que es más interesante estar al lado de una compañera que tenga cierto nivel cultural?
Por supuesto, y tener con quien desarrollar conversaciones de todo tipo, y no buscar ni siquiera a los amigos para eso cuando uno lo tiene en casa. Es muy importante.
¿Cuáles son los fines y objetivos de la Associazione Italiana?
Los fines de la Asociación son el mantener el nombre de Italia y el prestigio de los italianos en el Perú, en el nivel en que deben estar. Esto ha sido siempre el fin, desde que se formó el comitato, antes de la asociación El realce de los valores de los italianos en la tierra que los ha hospedado. En este país tenemos muy buenos ejemplos de italianos que han dado por el Perú, comenzando por Raimondi.
Yo estoy diez años en la asociación. Me llevaron como el más pichón del grupo. Me llevó el capitán Bedon. Entonces los primeros dos años prácticamente sólo escuchaba. Después estuve con Scotto, con Dimalio, con Soldano y por último ahora estamos con Torringhi. Quizá el próximo año sea yo el presidente porque ya se están formando las listas y van dos periodos que me piden que forme una lista. Hasta ahora no pude, primero por razones de mucho trabajo y después familiares. Este año ya no tengo escusa, así que tengo que formar esa lista, y con mucho honor.
Aquí le hago una pregunta motivada por un artículo suyo sobre las ventas de las rifas. Una anécdota que tuvo con…
Ah ¡con Pinco Pallino!
¿Cree usted que los italianos en el Perú tienen las mismas aspiraciones para el país en general?
No sé. Yo pienso que el italiano en general, no sólo en el Perú, sino donde va, hecha raíces. Es un buen inmigrante. Mantiene el cariño hacia la tierra donde nació, porque jamás la olvida, canta sus canciones, baila sus bailes, come tallarines donde va, a la China o donde sea, gesticula, enseña digamos cómo se habla y cómo se canta, pero a la vez, se casa con gente del lugar, forma familia y hecha raíces. Se identifica con el país y muchas veces es más lugareño que los propios nativos. Muchas veces he oído a italianos, cuando le han preguntado por su procedencia, “yo soy italiano, pero soy más peruano que usted, porque yo he escogido este lugar para vivir, usted en cambio de casualidad nació acá”. Ese es el italiano.
¿Qué comentario le merece la revista y en especial La Voce dei Giovani?
La revista INCONTRI siempre la he leído con mucha avidez apenas salía, pero tengo que reconocer que desde que está vuestra sección, una de las primeras páginas que busco es esa. Se ha tonificado, porque la juventud es el futuro. Pienso que el que no está con la juventud, se queda. La revista se estaba quedando, inclusive cuando ingresé a la asociación, yo era la juventud, ahora no soy tan juventud y tenemos que pensar que la juventud es esta. Que un día tomará las riendas de la Associazione, y está muy bien que asi sea.
¿Algún consejo para mejorar la revista?
Yo creo que está en buen camino. Ustedes están haciendo buena labor allí. Digo ustedes porque Andrea está a cargo de la diagramación y Turati por fin se siente un poco más desahogado de tanto trabajo. Siempre pensábamos qué pasaría el día que Turati no quiera seguir a cargo de la revista, ¿qué pasaría con INCONTRI?; ahora sabemos que no va a pasar nada, que hay alguien detrás.
… La Voce dei Giovani está en buen camino.
¿Podría manifestarnos algunas de las experiencias que tuvo como gestor del proyecto de la Casa di Riposo?
La Casa di Riposo justifica esta nueva corriente. La nueva ola que representó mi ingreso a la Associazione junto con otros de mi generación. Antes estaba dirigida por personas de más edad que tenían como recuerdo que la colonia italiana había hecho el colegio italiano, el palacio de arte en el parque de la exposición, el hospital italiano, una serie de cosas, el club italiano, la canottieri, etc. Entonces existía mucho trabajo significativo hecho por los italianos del Perú. Pero hubo un lapso de tiempo en que se vivía del pasado sobre los laureles e incluso estas obras se estaban deteriorando. Con esto hemos demostrado que todavía tenemos una fuerza viva. Hemos reflotado de la nada, con algo menos de 500 millones de soles, totalmente esta casa de reposo, a base de entusiasmo y de mucha tesón de estar presionando, tocando puertas y encontrándonos inclusive con Pinco Pallino. Esto nos hace tener la esperanza que un día podremos reflotar el Hospital Italiano, que en su época fue uno de los mejores. Ahora desgraciadamente adolece de muchas cosas. Son inversiones mayores, pero para muestra basta un botón y la casa de reposo creo que es más que un botón. Llegaremos sin duda a realizar mayores programas.
Nos hemos ganado la credibilidad.
¿Quisiera dar algún mensaje a la comunidad italiana?
Yo les diría, ahora que nos hemos ganado la credibilidad, que nos ayuden. Creo que nosotros somos como 18 mil italianos inscritos en la embajada y la placa conmemorativa incluye sólo a 129 nombres y 20 empresas. Empresas italianas en el Perú hay muchas más. No digo que los miles de italianos que hay en el Perú colaboren, pero algo más de 129 pueden ser. Si colaboran mil ¡te imaginas lo que podríamos hacer!
¿Tienen ya planificado algo?
Para este año, quisiéramos terminar la Casa di Riposo porque hemos hecho el primer piso y ya tenemos 32 camas y todos los servicios generales, salones, capilla, un hermoso jardín con plantas sembradas. El sábado 24 de Febrero vamos a tener la ceremonia de inauguración y desde ya los invito a ustedes y a todos los de La Voce dei Giovani para que vean qué se ha hecho y qué se puede hacer.
El proyecto es de tres pisos, y una vez que esté completo va a duplicar su capacidad. Va a tener una cosa que filosóficamente considero muy importante, el anciano no debe sentirse abandonado. Si nosotros logramos poner en los altos, las oficinas de la asociación italiana, entonces no se sentirán abandonados. Sería la casa de los italianos, no solamente de los viejos sino de todos los italianos.
Los peores cuchillos de los arquitectos, son los propios arquitectos…
Un salón para fiestas también está proyectado, que en el momento que hay que celebrar el 2 de Junio o cualquier otro acontecimiento. que venga un ministro por ejemplo, se le podría recibir allí. Tenemos el Circolo Sportivo, la canottieri, pero la parte oficial de la asociación debe estar allí. Ese es nuestro proyecto inmediato.
¿Qué importancia tiene para usted formar parte de la asociación?
Yo tengo mucho honor de pertenecer a la Associazione. Entre tímidamente y prácticamente he hecho una carrera. Comencé como vocal y ahora estoy postulando a la presidencia. Ahora todos son personas más o menos de mi generación. Tendríamos que comenzar a hacer entrar a los de treinta años para que sea una cosa continua, no se puede uno eternizar. Es bueno que se culmine y se deje paso, porque los jóvenes siempre tienen más empuje. Es bueno además que haya apoyo de los más viejos, por eso en la directiva de Soldano hemos modificado los estatutos, integrando a los past-president como miembros del Consejo Directivo. La experiencia hace la ciencia.
¿Cómo interpreta sus relaciones afectivas con el Perú?
Quiero tanto al Perú que me da mucha pena lo que está pasando hasta el momento. Pero eso no es culpa del Perú entero, sino de ciertos gobernantes. No quiero hablar de política a pesar que la conozco muy bien.
A parte de ser el país que me ha recibido es el país donde hice mis estudios. Yo siempre digo que soy italiano, pero soy arquitecto peruano. Me ha dado la profesión. Aquí nacieron mis hijos, entonces ésta es mi tierra. No he cortado el cordón umbilical con Chiavari, con mi bella Chiavari. Cada vez que puedo y tengo centavos que gastar, me voy a Italia ¿Por qué? Porque quiero estar siquiera un mesecito allá, eso me tonifica. Pero despúes de un mes ya no veo la hora de regresar acá. Ojalá que no tengamos que hacer las maletas definitivamente algún día. Eso seria lo más triste.
¿Ahora quisiera hablar de su producción arquitectónica? Nos interesa sobre manera.
Soy un constructor nato y a través de la afición por la piedra llego a la arquitectura. Tratando de llegar a lo máximo en cuanto a construcción. Pienso que no hay construcción sin arquitectura. Del arquitecto nace todo. Toda obra tiene que nacer primero de la mano de un arquitecto. Aquí mismo en el incanato tenemos ejemplos muy buenos. No se graduaron en ninguna universidad, pero alguno de ellos tenía más ideas que los demás y se fueron especializando. Han hecho bellezas con piedra y barro, que es más difícil. Sobre mi producción ¿qué es lo que les interesa?
Si bien todos tenemos derecho a no estar de acuerdo con ciertas cosas, se las respeta. ¿Usted tiene un estilo arquitectónico, proveniente… de qué tipo de ideología?
Yo creo que el arquitecto se debe a la comunidad, aparte que a sí mismo para lograr su realización personal y un medio de vida también. El arquitecto se debe a su clientela. Mis primeros clientes fueron italianos o descendientes y trabajamos en edificios de rentas. Cuando mi socio se fue en el año 1971, escapando de la revolución de Velasco, porque el estaba convencido que esto se iba a convertir en una Cuba yo decidí quedarme en el Perú, seguir luchando. Entonces una de las primeras obras que hice cuando él se marchó fue mi casa. Yo tenía una casa a la espalda del colegio San Agustín y tuve la mala suerte que el colegio después compró los terrenos de atrás y abrió la puerta justo frente a mi casa. ¡Era una cosa increíble! La bulla y el tránsito. Me busqué el rincón más alejado de Lima y para que no me suceda lo mismo, justo frente a un campo de golf. ¡Menos mal que a Velasco no se le ocurrió construir una unidad vecinal en frente!
Antes de hacer esta casa todo lo que construía lo hacía de la manera en que se construye acá en Lima. Es decir techo plano porque aquí la teja no se acepta. Pero en mi «casa quería recordar, quizá las casitas que hay en las afuera de Chiavari, en la montaña. Esa arquitectura de paredes blancas, techos y vigas de madera. Es quizá la reminiscencia de la arquitectura mediterránea agregándole elementos andinos, nacionales. Entonces hice esta casa así, a mi gusto, con su chimenea, sus rinconcitos. Me divertí mucho diseñándola y construyéndola.
No me imaginé que estando en un rincón tan lejos como éste, fuera tan vista mi casa por la gente que pasaba. Así comenzaron a llegarme los clientes que me pedían este estilo. Así nació, digamos, el Giacomo Canepa que todos conocen. Parece que el gusto con que hice mi casa “pegó”. Me convertí en el arquitecto de las casitas blancas con techos de tejas, tan criticados en todas las universidades. Mis colegas quizá dicen que me he comercializado. Ayer mismo tuve una discusión con colegas, porque es increíble, ustedes lo van a notar después en el ejercicio profesional, no sucede con mis compañeros de promoción, pero a nivel general, aquí, los peores cuchillos de los arquitectos, son los propios arquitectos.
Cuando usted presenta un proyecto al año se lo aprueban, presenta dos, también. Comienza a presentar uno al mes, entonces ya le encuentran defectos, lo rechazan por cosas ridículas. Ayer justamente, como les decía, tuve un problema con un arquitecto; presenté tres expedientes y me los hice aprobar los tres. Me bastó una hora de conversación para que el tipo cambie de actitud, “bueno”, me dijo, “ya disculpa, no te molestes”.
He seleccionado estas fotos de algunas obras suyas. Quisiera que nos hable de su concepción.
Si usted mira bien, se dará cuenta que es la misma mano que ha hecho una cosa y la otra. En el momento que diseño parto por las plantas, la función es lo primordial. No es como muchos creen que yo hago primero la fachada y después meto adentro lo que hay. Al contrario, en el momento que diseño en planta, pienso en el volumen y me imagino como va a quedar. Pienso que mis edificaciones tienen que tener una característica como la de una escultura, a parte de que reflejar lo que hay adentro, pero sin rigidez dogmática. Si usted pone una ventana cuadrada, pienso que no necesariamente está identificado que
adentro hay un dormitorio, una cocina o una sala. Simplemente es un hueco en una pared. Me han criticado que haciendo esas corridas de lunas desvirtúo lo que hay adentro.
He comprobado con elementos simétricos y asimétricos. No he terminado aún como arquitecto, hay mucho pan por rebanar. Pero dejo obras que dan qué hablar. No pasan desapercibidas ¿por qué? porque hay un estudio. No me limito a hacer muros y abrir ventanas. Yo lo hago porque investigo; obtengo una cosa y no me parece desagradable, digamos una cosa diferente dentro de una ciudad. Muchas ciudades del mundo se han identificado por cosas que han nacido así, como la torre Eiffel, que fue criticada duramente en el momento en que se hizo. Sin llegar a compararme con el señor Eiffel, yo también investigo.
En un edificio suyo en la avenida Javier Prado existía el enfrentamiento de dos espacios íntimos de diferentes familias. ¿Fue esto lo que le indujo a dividirlos con un vidrio?
Sí, porque yo no hubiera usado ni siquiera el vidrio. Quizá mi idiosincrasia, yo soy de un pueblo chico, Chiavari donde he estado acostumbrado a ver los edificios con sus balconcitos y al costado un departamento que tiene el balconcito colindante, donde están cada uno con sus macetitas y salían a la terraza; “cómo está usted señor”, y se ponían a hablar digamos con el vecino. En cambio el limeño es muy reservado. Yo no hubiera puesto ningún vidrio, fue una exigencia del propietario. Para mi la casa nace de la mampara para adentro, en el balcón ya sale uno a la calle, entonces si sale a la calle no es raro que se encuentre con su vecino, al contrario, puede ser motivo de conversación. Eso contesta su pregunta.
Lo más que se nota en su arquitectura, es un recorrido por las ventanas, como si se las dibujara ¿Es algo intencional?
No, más bien usted me hace ver eso, no había pensado en eso, quizá sea resultado del estudio que hago.
¿Por qué curva siempre sus ventanas?
Yo diría, ¿porqué no curvarla? ¿porqué la ventana cuadrada es mejor que la redonda? Eso obedecía a elementos estructurales. La ventana nació como, digamos… desde parar dos palos y poner un dintel. Pero ahora tenemos el concreto, con él podemos hacer las formas que nos da la gana. Entonces ¿por qué no usarlo? ¿por qué limitarse?
De repente lo que yo obtengo es muy criticable, quizá hasta hasta feo para algunos o que no sea arquitectura para otros. Puede ser que detrás mío vengan otros que en base a estos elementos hagan arquitectura de actualidad. Sin complejos, sin amarrarse, digamos. a ninguna cosa. Olvidándose de ser criticados. Porque si uno tiene miedo a la crítica. nunca hará nada. Lo que yo menos tengo son complejos y cuando hablan de mi me río. Cuando escucho las opiniones de Augusto Ortiz de Zevallos, que no piensa que voy a darle el gusto de entrar en polémica con él, jamás, se ha encontrado con una pared. Aunque tendría argumentos para polemizar, pero no. Porque no soy polémico y no tengo intenciones de emular a Héctor Velarde. haciendo humorismo en arquitectura, como él quiere hacer. Héctor Velarde hay uno sólo y creo que si él hablara algo de mis ventanas, como dice, en forma de chiclets, lo haría con respeto. No lo haría en la forma que lo ha hecho Ortiz de Zevallos. Yo pienso que la critica debe ser constructiva, no destructiva. Cuando uno entra en críticas destructivas es porque algo le pica.
Ustedes que son jóvenes, hagan lo que se les ocurra, no importa qué. Quizá algún día se tendrá que construir con plástico, seguramente. el acrílico tendrá que entrar y estos serán los elementos nuevos. Hace poco Agurto nos dijo en una charla, como que nos llamó la atención: “ustedes han sido mis alumnos, pero no aprovechan los elementos de la arquitectura del Perú, no hacen arquitectura peruana, son elementos importados”, como criticando el brutalismo en la arquitectura. Esas obras de concreto caravista no son adecuadas para Lima, esta arquitectura se ve bien en Brasil, por ejemplo, donde tienen cielo azul y el verde intenso. Pero aquí en Lima tenemos nueve meses de cielo gris, como dice Héctor Velarde; color panza de burro y se hace también color panza de burro la arquitectura. Miren ustedes las obras bellas de arquitectura como el Ministerio de Pesquería. Se pierde, en verano es otra, en invierno se aplasta.
Entonces quizá tenga razón él. Hay que buscar elementos peruanistas. pero eso no radica en hurgar en el pasado.
Ninguna de mis obras me ha dejado insatisfecho. Pienso que la gente que las ve, para sus carros y se quedan mirando. Algunos dirán: “íQué feo!” otros dirán: “¡Qué raro!”. Pienso que eso motivará a algún joven y de repente hay un genio que comience a trabajar con esos elementos y haga algo verdaderamente importante.
Ya que se celebra el aniversario de Lima ¿Cuál es su punto de vista sobre la problemática de la ciudad?
Es demasiado extenso el tema. Por lo pronto, caos como ahora nunca ha habido, el tráfico, la basura, etc. Yo trabajé en el municipio de La Molina y nunca había recursos para hacer obra. El poco con que se contaba no era adecuadamente administrado. La labor municipal no debe ser politizada. Primero hay que resolver los problemas vitales.